Kinjo está redefiniendo la gastronomía en el barrio Prado Veraniego, combinando de manera innovadora sabores asiáticos con toques latinos.
Desde su apertura en febrero de 2020, este concepto ha sido impulsado por la visión de su fundadora, Alejandra León, quien encontró inspiración en sus viajes y exploraciones culinarias.
La idea de Kinjo nació después de un viaje a Guanajuato, México. La propietaria del restaurante, recuerda cómo la mezcla de culturas asiáticas y mexicanas dejó una huella imborrable en su enfoque culinario. “Quedé fascinada con la fusión de sabores que vi en México. Era algo espectacular, y supe que quería llevar esa idea a Bogotá”, comenta.
Aunque inicialmente pensó en abrir una mezcalería, el concepto evolucionó hacia una propuesta más integral, que combina lo mejor de la cocina asiática con influencias latinas. “Queríamos algo más que una mezcalería. Después de investigar y probar diferentes opciones, decidimos que Kinjo sería un espacio para explorar esa mezcla de culturas que tanto me impactó”, añade Alejandra.
Kinjo también ha roto con los paradigmas tradicionales de la gastronomía en Bogotá. En lugar de ubicarse en zonas gourmet como la Zona G o la Calle 93, el restaurante eligió el barrio Prado Veraniego como su hogar. Según León, “queríamos romper con la idea de que solo en ciertas zonas se puede ofrecer buena comida. Los barrios son espacios de todos y para todos, y nosotros queríamos demostrar que la alta gastronomía también tiene cabida aquí”.
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En el lugar, la experiencia culinaria se convierte en un viaje sensorial que trasciende fronteras. Su menú permite a los comensales explorar la riqueza de las cocinas asiáticas, desde los delicados sabores del sushi japonés y el udon hasta la intensidad del bibimbap coreano y la sutileza del robatayaki.
No obstante, Kinjo no se limita solo a Asia; su propuesta gastronómica incluye un guiño a Latinoamérica con sabores de México, Perú, Colombia y Cuba, fusionando técnicas y tradiciones que hacen de cada plato una experiencia que merece la pena probar.
Cada ingrediente es tratado con cuidado y respeto, fusionando técnicas japonesas con toques latinoamericanos. Eso se nota. En Kinjo, la cocina es un arte que mezcla la disciplina y la creatividad, y cada plato cuenta una historia de sabor, cultura y dedicación, reflejando la esencia de un barrio asiático con un corazón global.
Una apuesta de sabores que sorprende
El menú de Kinjo es tan diverso como su inspiración. Platos como tacos coreanos, esquites con toques asiáticos y sushi con influencias locales son solo algunas de las opciones que han conquistado a los comensales.
“No es cocina fusión, pero tampoco es una cocina asiática 100% pura. Es una mezcla única que acerca los sabores de Asia a los paladares locales”, dice Alejandra.
Además, la propietaria destaca el reto de mantener la calidad en cada plato, especialmente en lo relacionado con el abastecimiento de ingredientes frescos y de alta calidad. “Tener una oferta constante de productos como el atún de pesca responsable de Bahía Solano o el salmón chileno es un desafío, pero hemos logrado establecer relaciones sólidas con proveedores para garantizar siempre la mejor calidad”, comenta.
Para Alejandra León y su equipo, el éxito del restaurante radica en su capacidad de innovar y adaptarse sin perder de vista la esencia de su propuesta. “Queremos que la gente venga a Kinjo y se sorprenda, que pruebe algo nuevo y salga con ganas de volver. Ese es nuestro objetivo”, concluye.